María de las Nieves Pérez Verdú
Directora del Observatorio de Protocolo
Constanza Business & Protocol School
Si existe un acto de singular importancia en lo que a diplomacia se refiere, ese es sin duda la Visita de Estado. Una visita de estado, es una visita oficial que realiza un Jefe de Estado, generalmente acompañado de su consorte, a un país anfitrión que le acoge durante los tres días habituales que suele durar la Visita de Estado. Se trata de visitas de estado al más alto nivel, ya que las visitas de estado no vienen protagonizadas por miembros del cuerpo diplomático, propiamente dicho, si no que en estos casos son los propios Jefes de Estado quienes asumen la representación de sus países. La visita de estado tiene lugar tras una invitación previa por parte del jefe de estado anfitrión, quien recibe en su país a su homólogo, y el propósito es potenciar las relaciones bilaterales, el comercio y los negocios entre ambos países.
La visita de Estado de nuestros soberanos a Francia tuvo un primer intento en el mes de marzo de este mismo año, pero tuvo que ser interrumpido por los tristes acontecimientos aéreos acontecidos en los Alpes, donde cincuenta españoles perdieron la vida. Finalmente ha tenido lugar los días 2, 3 y 4 de junio. La visita adquirió mucha relevancia, entre otras razones por ser la primera visita de estado realizada por D. Felipe y Dña. Letizia, y en la misma fueron acompañados por el Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Una visita de Estado está siempre cargada de simbolismo. El programa se elabora con mucha antelación e incluye actos de todo tipo. Las visitas de estado habituales siempre incluyen un Recibimiento y una Cena de Gala ofrecida por el jefe del Estado anfitrión en el primer día. Visita al Ayuntamiento de la capital y/o al Parlamento o al menos a una de las Cámaras Legislativas en el segundo día, y visitas culturales que quedan reservadas para el tercer día. En esta ocasión, el programa incluía hasta quince actos diferentes distribuidos a lo largo de los tres días, y nuestros Reyes fueron acogidos con los máximos honores en dos momentos muy singulares de la visita.
El viaje comenzó con una despedida oficial a los Reyes en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, y tras su aterrizaje en suelo francés donde fueron acogidos por el embajador de España en Francia, el embajador de Francia en España y el Secretario de Estado para Asuntos Europeos del Gobierno galo. Fueron escoltados al lugar donde tendría lugar el primer acto del viaje: el recibimiento oficial a su llegada a París. Como no podía ser de otro modo, nuestros soberanos fueron recibidos por el actual jefe de Estado de la República de Francia, François Hollande, acompañado de la Ministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía, Ségolène Royal (quien en su día fue esposa del mandatario y quien en esta ocasión estuvo presente en el acto en representación de su posición de Ministra). Fue ella quien estuvo presente por ser la ministra de mayor rango entre los ministros del actual gobierno francés). Protocolariamente hablando, aunque François Hollande es Presidente de la República, y Don Felipe es un Rey, a todos los efectos están al mismo nivel, ya que ambos actúan en calidad de Jefe de Estado de sus respectivos países. La singularidad del acto residió en que fueron recibidos a los pies del Arco del Triunfo de la capital francesa desde donde fueron escoltados por un escuadrón de la Guardia Republicana integrado por 146 caballos, a lo largo de los Campos Elíseos hasta el Palacio del Elíseo, sede de la Presidencia de la República.
Es habitual que los mandatarios de otros países en visita de estado a Francia, sean recibidos directamente en el Palacio del Elíseo, y el hecho de acoger a nuestros soberanos en el Arco del Triunfo, fue un signo de máximo honor. Solo la Decana de los jefes de Estado europeos, S.M. la Reina Isabel II, había sido recibida con los máximos honores a los pies del Arco del Triunfo. La simbología y el protocolo estuvieron presentes en todo momento. Tanto la plaza del Arco del Triunfo, como los Campos Elíseos, se adornaron con banderas de ambas naciones. Los mandatarios pasaron revista a las tropas tras escuchar con gran solemnidad los himnos nacionales de los dos países. Y como siempre es habitual en las visitas de estado, se cumplió con la ofrenda floral ante la tumba del soldado desconocido. A su llegada al Palacio del Elíseo tuvo lugar un encuentro entre ambos mandatarios, acompañados por miembros de los Gobiernos de España y Francia.
Por la tarde, Sus Majestades los Reyes Don Felipe y Doña Letizia visitaron la exposición “Velázquez y el triunfo de la pintura española” en el Grand Palais, acompañados por el Presidente de la República. Tras la misma, Don Felipe se reunió con el Secretario General de la OCDE, Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico. Por la noche, los reyes visitaron el Palacio de Marigny para imponer condecoraciones a los participantes en las labores de rescate de la tragedia de los Alpes, y concluyeron con la cena de gala ofrecida por el mandatario francés en el Palacio del Elíseo en honor a nuestros soberanos.
El segundo día de la Visita de Estado comenzó en el Ayuntamiento de París. Y tras el almuerzo con el Primer Ministro aconteció el segundo acto en el cual los Reyes de España fueron honrados con todo el ceremonial. Éste tuvo lugar en el hemiciclo de la Asamblea Nacional francesa, donde se permitió al Rey D. Felipe pronunciar un discurso desde la tribuna de oradores, tras el cual recibió un sentido aplauso por parte de todos los 577 diputados de la asamblea quienes se pusieron en pie. Solo dieciocho jefes de Estado y de Gobierno han disfrutado del honor de poder pronunciar un discurso en el hemiciclo parisino. D. Juan Carlos I, también disfrutó de este gran honor en el año 1993.
El tercer día de la visita de estado de los Reyes, comenzó con un desayuno de trabajo del Rey seguido de la clausura del Foro Económico Franco-Español. Finalmente nuestros soberanos visitaron el Instituto Cervantes antes de partir rumbo a Madrid.
No quiero cerrar estas líneas sin hacer una mención a S.M. la Reina Dña. Letizia, quien lució espléndida en la capital francesa y dejó el pabellón español en París, capital de la moda, muy alto. Como buena conocedora de las tendencias más fashion, no defraudó e hizo gala de sus estilismos más elegantes y chic, en la mayoría de las ocasiones luciendo diseños de su apreciado modisto de cabecera, Felipe Varela. Una reina en la cúspide junto a su esposo el Rey Felipe VI.
Y en España, hoy por hoy según se detalla en nuestra
Constitución, existe preferencia del varón sobre la mujer para reinar.
Tras las desavenencias matrimoniales
de la pareja, que adquirieron notoriedad pública, Carlos y Diana se separaron
en 1992. El acuerdo de separación fue anunciado ante el Parlamento por el
primer ministro británico, John Major dejando claro que el mismo no suponía ningún
obstáculo constitucional para el futuro acceso al trono del Príncipe Carlos. El
divorcio definitivo llegaría el 28 de agosto de 1996.
Esta boda, que supondría el inicio de una larga etapa de
felicidad para los novios, no se libró de una fuerte controversia. Entre los
numerosos obstáculos que se encontraron, uno anecdótico: La pareja eligió como
fecha para contraer nupcias el día 8 de abril, y casi en el último momento tuvieron
que postergar la misma al 9 de abril para que el príncipe Carlos pudiera
asistir al funeral oficial del Papa Juan Pablo II en representación de su madre.
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